Los cristianos y la homosexualidad

¿Qué punto de vista debemos adoptar los cristianos frente a la práctica homosexual que cada vez es más aceptada en el mundo?

Gracias por hacer una pregunta muy importante que seguramente muchos no se atreven a hacer. Creo que no podemos pasar por desapercibidos ante la realidad de que en nuestros días, se ve a la homosexualidad o sea a la intimidad sexual con otras personas de su propio sexo; como algo normal o como una enfermedad. Ciertamente poco más de una docena de países reconocen el matrimonio homosexual, la mayoría de los cuales están en Europa. Aparte de estas regiones, hay 86 países cuyas leyes consideran ilegales las relaciones entre personas del mismo sexo, siete de los cuales las condenan con la pena de muerte. Además, las estadísticas indican que en las regiones donde se permiten las bodas homosexuales, solamente el 1% de los matrimonios se da entre personas del mismo género, el 99% de los matrimonios son heterosexuales. Esto para tener una idea más exacta del panorama mundial actual sobre el tema. Es un error considerar que la homosexualidad es cada vez más practicada en el mundo, pues los homosexuales son una ínfima minoría.

Su pregunta es sobre la postura que como cristianos debemos adoptar sobre este tema. Siendo que los cristianos o creyentes en Jesucristo, tenemos a la Biblia como nuestra norma de fe y conducta, debemos acudir a ella para saber lo que nos dice al respecto. La Palabra de Dios condena la práctica de la homosexualidad de manera directa y sin rodeos (Levítico 20:13; 18:22; Deuteronomio 23:17; Romanos 1:16,26; 1 Corintios 6:9; 1 Timoteo 1:9,10). Desde un principio Dios decretó que el hombre se uniera a su mujer, debido a que la voluntad de Dios es el matrimonio heterosexual. (Génesis 2:24). Nunca fue la voluntad original de Dios que un hombre se una a varias mujeres (poligamia), aunque durante una época fue permitido debido a que en aquella sociedad patriarcal las mujeres dependían totalmente de los hombres, por lo que si ni se casaban terminaban en la miseria. Tampoco es la voluntad de Dios que una mujer se una a varios hombres, ni que un hombre se una a otro hombre o que una mujer se una a otra mujer (matrimonio homosexual). Bien se ha dicho que Dios hizo a Adán y a Eva, no a Adán y a Esteban. Hizo un hombre para una mujer o una mujer para un hombre.

Eso no significa que veamos a los gays y a las lesbianas como personas no gratas. No condenamos a la persona, sino a la práctica de la homosexualidad porque es antinatural y es una tergiversación de la voluntad de Dios. Al homosexual debemos mostrarle el amor de Cristo, al igual que a la prostituta, al borracho o al drogadicto, porque todas las personas han sido criadas a imagen y semejanza de Dios, aunque el pecado haya opacado dicha imagen. A la persona homosexual hay que respetarla, no hay que burlarse de ella ni juzgarla, aunque no estemos de acuerdo con su patrón de conducta. Muchos homosexuales han podido escapar de esa tendencia anormal, con la gracia y el favor de Dios. Personalmente pienso que ese debe ser el punto de vista que debemos adoptar los cristianos sobre la homosexualidad.

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