Estoy enamorada de mi primo

Hola Pastor, tengo una gran duda: Estoy enamorada de mi primo, nuestros padres no saben que somos novios y quisiéramos casarnos. ¿Es eso posible? Me urge que me responda, por favor.

Esta es una vieja pregunta con muchas respuestas, ya que hay diversidad de opiniones al respecto. Algunos que aprueban este tipo de relaciones, argumentan que los hijos de Adán y Eva se casaron entre sí­ y sus descendientes se casaron entre parientes cercanos. Esto es obvio, ya que era la única manera de cumplir con el mandato de Dios de multiplicarse (Génesis 1:28). Sin duda, Dios sabí­a que era la única manera de que la humanidad se multiplicara y lo permitió, porque el pecado todaví­a no habí­a deformado los genes, de tal manera que no habí­a peligro que los hijos de parientes directos nacieran con malformaciones congénitas.

Sin embargo, más adelante, Dios estableció en la ley y está registrado en el capí­tulo 18 de Leví­tico que ninguna persona debí­a tener relaciones amorosas con un pariente cercano (ver Leví­tico 18:6). Se debe estudiar todo el contexto del capí­tulo para entenderlo mejor. Este tipo de relaciones se conocen como incesto. Un proverbio popular, pero equivocado, dice: “Entre primos y parientes, el amor es más ardiente”. Lo cierto es que el terrible pecado de incesto, es la actividad sexual entre parientes cercanos como: Padres e hijos, hermanos y hermanas, abuelos y nietos, tí­os y sobrinos. Pero el incesto incluye también a parientes legales: Padrastros e hijastros, hermanastros y hermanastras, suegros y nueras, cuñados y cuñadas. Además de esto, en muchos paí­ses las relaciones sexuales entre primos, se considera incesto. En la Biblia se encuentran varios casos de incesto, aunque muchos de ellos se dieron antes que la ley fuera establecida. Sin embargo, en el Nuevo Testamento, encontramos que en la iglesia de Corinto habí­a un hombre que mantení­a relaciones amorosas con la mujer de su padre, o sea su madrastra. En 1 Corintios 5:5 Pablo toma cartas en el asunto decretando para este hombre una seria disciplina de excomunión de la iglesia, con el propósito de que se arrepintiera. Tal parece que se logró el objetivo, por lo cual Pablo le dice a los corintios en 2 Corintios 2:7,8 que lo perdonaran y lo consolaran. Está comprobado pues que el incesto puede existir en varios ambientes y tiene lugar en todos los estratos sociales, dejando al ofensor y a la ví­ctima (o a los involucrados cuando es en mutuo acuerdo), con serios desórdenes psicológicos, emocionales y espirituales. Naturalmente, se necesita mucho asesoramiento profesional y espiritual para ayudar a los afectados.

Así­ que los hijos de nuestros primeros padres (Adán y Eva) no pecaron al casarse entre hermanos y entre primos, porque el pecado no se toma en cuenta cuando no hay ley (Romanos 5:13). Pero si nosotros lo hacemos el dí­a de hoy, cometemos una abierta desobediencia a las leyes divinas. Ustedes tienen un parentesco de consaguinidad de segundo grado. Eso significa que si como novios tienen un abuelo o una abuela en común, son primos en segundo grado de consanguinidad porque desde los abuelos hasta ustedes han pasado dos generaciones. Es decir, son hijos de dos hermanos. Actualmente, las leyes de la gran mayorí­a de paí­ses prohí­ben el matrimonio entre hermanos y limitan el matrimonio entre primos, por cuestiones genéticas. Obviamente, hay muchos primos que se han casado o se han unido y han tenido hijos que no tienen ningún tipo de defectos genéticos, ya que aparentemente el 20% de los hijos de primos, nacen con malformaciones congénitas.

Ahora bien, debo reconocer que en nuestra cultura latinoamericana, se reconoce como primos a hijos de primos y así­ sucesivamente, es decir de cuarta o quinta generación. En esos casos, basta comparar los apellidos de los enamorados para descubrir que ya no existen lazos directos de consaguinidad.

Creo que si ustedes anuncian su noviazgo, lo natural es que seguramente sus padres se apondrán, así­ como el resto de familiares. Aunque es triste, lo mejor es que reconozcan que dicha relación no les conviene, que dejen de verse continuamente y que se enfoquen en otros asuntos: Sus estudios, su trabajo, sus metas. Tienen toda una vida por delante y sin duda, Dios colocará en el camino de cada uno, la persona indicada con la que deben compartir el resto de sus vidas. Ese es mi punto de vista, pero la decisión está en sus manos.

Deseo que Dios dirija sus vidas y les bendiga ricamente,

Lic. Ví­ctor Súchite.

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