Manejando el desprecio
Serie: La familia y el manejo de las emociones negativas
¿Recuerda usted algún desprecio que alguien le hizo? Posiblemente sí, ya que el desprecio es una emoción que hiere. Es una profunda sensación de falta de respeto, de negación y de humillación contra alguien. En Génesis 16:1-5 leemos un interesante ejemplo: “Sarai mujer de Abram no le daba hijos; y ella tenía una sierva egipcia, que se llamaba Agar. Dijo entonces Sarai a Abram: Ya ves que Jehová me ha hecho estéril; te ruego, pues, que te llegues a mi sierva; quizá tendré hijos de ella. Y atendió Abram al ruego de Sarai. Y Sarai mujer de Abram tomó a Agar su sierva egipcia, al cabo de diez años que había habitado Abram en la tierra de Canaán, y la dio por mujer a Abram su marido. Y él se llegó a Agar, la cual concibió; y cuando vio que había concebido, miraba con desprecio a su señora. Entonces Sarai dijo a Abram: Mi afrenta sea sobre ti; yo te di mi sierva por mujer, y viéndose encinta, me mira con desprecio; juzgue Jehová entre tú y yo”. Siendo que Abram y Sarai ya estaban en la tierra prometida, que los años pasaban y el hijo de la promesa no llegaba a causa de la esterilidad de Sarai; ésta le sugirió a su esposo tener un hijo con su esclava o sirvienta egipcia de nombre Agar, pretendiendo ayudar a Dios, para que su hijo llegara de manera legal, constituyéndose en el primer caso de maternidad subrogada o reemplazada. Sin embargo, cuando Agar ya estaba en cinta, miraba con desprecio a su ama Sarai. El desprecio se expresa muchas veces de manera sutil, mirar sobre el hombro o mirar de arriba abajo a alguien, ignorar, desvalorizar, hacerle saber al otro que se le considera insignificante.
Le doy un consejo práctico: Nunca desprecie a su esposo, no ignore a su esposa, no haga sentir de poco valor a sus hijos, no desvalorice a sus padres. El desprecio se debiera erradicar de cualquier relación, especialmente del contorno familiar, ya que después de Dios, la familia es prioridad.