Las heridas provocadas por la violencia verbal
Serie: Sanando las heridas provocadas por la familia
¿Cree usted que la agresión verbal no es tan dolorosa como la física? Obviamente cuando se da una agresión física las heridas son visibles: Moretones, rasguños, inflamaciones, etc. En cambio, cuando surge la violencia verbal: Insultos, burlas, amenazas, humillaciones, etc., las heridas son invisibles pero tan dolorosas como las físicas, ya que el abuso verbal rompe corazones. De la misma manera en que una palabra de amor puede servir como medicina a un corazón enfermo, una palabra ofensiva, hiere más profundamente que un cuchillo afilado. En una palabra nuestras palabras producen un efecto sanador o destructor en la vida de aquellos con quienes nos relacionamos, especialmente los más cercanos: Cónyuge, hijos, padres, etc. En ese sentido, nuestra oración a Dios debe ser como la que encontramos en Salmos 141:3 en donde el Salmista pide: «Pon guarda a mi boca oh Jehová, guarda la puerta de mis labios». Es decir, que Dios nos ayude a aprender a cerrar la boca si vamos a decir algo que perjudique y que nos permita abrirla, cuando digamos palabras que edifiquen. Que sea él quien tenga las llaves de la puerta de nuestros labios. Es que las palabras no se las lleva el viento, debemos pensar antes de hablar para no causar heridas emocionales a raíz de nuestra violencia verbal. Temor, dolor, baja autoestima, problemas de personalidad, pensamientos de inferioridad y otros, son los efectos negativos que causan las agresiones verbales.
Así que, trate de comunicarse sanamente con los suyos. Recuerde que hay comunicación saludable y comunicación perjudicial o enfermiza. Evite ésta última y practique la primera. La comunicación sana y positiva es aquella en la que se puede hablar sobre cualquier aspecto de la vida, con la seguridad de que se nos prestara atención, se nos comprenderá, se nos atenderá y se nos respetara nuestro punto de vista. No provoque heridas emocionales a quienes más ama, por el contrario tráteles bien.