La familia que trabaja esmeradamente

Serie: La familia que administra bien sus finanzas

Familia

¿Vive usted quejándose de su trabajo o disfruta lo que hace y le da gracias a Dios por la empresa, negocio o lugar de trabajo? Muchas personas tienen la filosofía del Negrito del Batey, quizá usted escuchó alguna vez esa canción que inicia diciendo: «A mí me llaman el negrito del batey. Porque el trabajo para mí es un enemigo. El trabajar yo se lo dejo todo al buey. Porque el trabajo lo hizo Dios como castigo». Si tenemos el concepto de que el trabajo lo hizo Dios como castigo, estamos equivocados y debemos cambiar de mentalidad, ya que a la luz de las Escrituras ese concepto es falso. Si pudiendo trabajar no lo hacemos nos veremos en graves necesidades económicas. Simplemente no tendremos para comer, «si alguno no quiere trabajar, tampoco coma» establece el apóstol Pablo en 2 Tesalonicenses 3:10. Este dicho paulino «si alguno no quiere trabajar, tampoco coma» parecer ser un refrán de su época, que él aplico a la vida de la iglesia. Es decir, la iglesia no tiene que estar manteniendo a personas vagas que buscan la religión como apoyo a su pereza. El mismo apóstol Pablo dice que el cristiano que no cumple con sus responsabilidades financieras para con su familia «ha negado la fe, y es peor que un incrédulo» (1 Timoteo 5:8). Al parecer, para Dios hay solo dos tipos de personas: creyentes e incrédulos. Sin embargo, Pablo nos dice acá que todo aquel que se dice cristiano y no cumple en satisfacer las necesidades de aquellos que forman su círculo familiar, es todavía peor que un incrédulo. Si somos creyentes responsables en nuestro matrimonio, con nuestra familia, con nuestra iglesia y con nuestra nación, trabajaremos para evitar las dificultades financieras.

Por eso le doy un consejo práctico: Si nacimos para ser pintores, bomberos, ingenieros o panaderos; seamos los mejores en nuestro campo. La verdadera felicidad se encuentra en valorar lo que somos y lo que tenemos. Trabaje sin quejarse, trabaje feliz llevando el pan sobre su mesa, porque después de Dios, su familia es prioridad.

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