La casa de Elcana
Serie: Personajes bíblicos y sus casas
¿Conoce usted parejas que están luchando contra la infertilidad? Es decir, quieren tener hijos y están tratando de tenerlos, pero él o ella tienen problemas de fertilidad. En ese caso, muchas parejas se sienten frustradas e impotentes. Muchas veces la tristeza y la desesperación, es el pan de cada día en esos hogares. A la luz de la Biblia descubrimos que eso precisamente estaba pasando en la casa de Elcana, siendo que Ana, una de sus esposas, era estéril y vivía triste porque no podía tener un hijo, el cuál se lo clamaba a Dios. Tristemente, la esterilidad fue un problema para muchas mujeres de la antigüedad. El hecho de no tener hijos se consideraba una vergüenza para una mujer, que se sentía culpable y deshonrada por su infecundidad. Además, implicaba que el esposo no tendría un hijo varón a través del cual se perpetuara su familia. De allí que Ana, oraba ferviente y lloraba prolongadamente en el templo, suplicándole a Dios le concediera un hijo varón. Ella le prometió a Dios que, si le daba un hijo, lo iba a dedicar a Él. Por esa razón, cuando Dios le concedió ser madre de su hijo a quien puso por nombre Samuel, ella lo amamantó y luego se lo llevó al sacerdote Elí quien lo crio en el templo y en el servicio a Dios. 1 Samuel 1:27,28 nos presenta las palabras de agradecimiento a Dios de Ana: “Por este niño oraba, y Jehová me dio lo que le pedí. Yo, pues, lo dedico también a Jehová; todos los días que viva, será de Jehová. Y adoró allí a Jehová”. En realidad, todos los niños deben ser motivo de agradecimiento a Dios y deben ser dedicados a Él.
Si Dios le ha concedido un hijo o una hija, dedíquelo a Dios en el templo. Ese es un compromiso que usted asume ante Dios y la iglesia, para criar a dicho hijo o hija en el temor de Dios y darle un buen ejemplo de una vida cristiana recta.