El dolor por la pérdida de un hijo

Serie: Casos y cosas de familia

Familia

“Jaime se llevó las dos manos al rostro. No podía creer lo que sus oídos estaban escuchando. Le llevaron la triste noticia de que su hijo Roberto de tan solo 19 años, sufrió un accidente automovilístico, cuando se conducía con un grupo de amigos para vacacionar unos días en la playa. Lamentablemente Roberto y otro compañero perdieron la vida, mientras que un tercero quedó gravemente herido. Jaime se negaba a creerlo, sentía que el corazón se le había quebrado en mil pedazos. ¿Por qué me lo quitó el Señor, por qué le di permiso? Se preguntaba”. ¿Cómo hacer mi querido lector para aliviar el dolor de Jaime por la muerte de su hijo? Realmente no hay manera alguna. Solo Dios va haciendo esa obra muy paulatinamente. Nuestro Señor Jesucristo, que tenía tanto la naturaleza divina como la humana al habitar en esta tierra, también lloró de dolor ante la muerte de su amigo Lázaro. Uno de los versículos más cortos de la Biblia, Juan 11:35 dice: “Jesús lloró”. Es decir, Jesús comprende el dolor que se experimenta ante la pérdida de un ser querido y la crisis que a raíz de ello, experimenta la familia. Al continuar con nuestra serie: Casos y cosas de familia, hablamos hoy de una tragedia o un acontecimiento infortunado, que trastorna la vida de la familia. El impacto de la muerte de un ser querido, provoca tensión y desequilibrio emocional y aún económico. Toma tiempo volver a conseguir el equilibrio. En estos casos, superar la etapa de duelo dura entre uno a dos años.

Si usted está experimentando este tipo de caso en su familia, le doy un consejo práctico: Aférrese más que nunca a la fe en Dios, externe su dolor, llore, no se reprima. Hable y comparta recuerdos del ser querido que falleció. El proceso de duelo es gradual y tarda más en unas personas que en otras, pero no se descuide a sí mismo o a sí misma. Trate de comer bien, hacer ejercicio, tener un grupo de personas que le apoyen moral y espiritualmente. Sobre todo, trate de mantener la unidad familiar, porque después de Dios, su familia es prioridad.

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