Cultivando el valor del orden

Serie: Cultivando los valores en la familia

Familia

¿Es su casa por lo general, una casa ordenada o desordenada? Eso depende si en dicha casa se fomenta el valor del orden o no. Hoy en día vivimos en un mundo desordenado y descontrolado. Todo lo contrario a lo que Dios creó y a lo que Dios desea. Nuestro Dios, el único y verdadero Dios, es un Dios de orden y excelencia. Cuando él ve algún tipo de desorden, se encarga personalmente de poner las cosas en orden. El primer versículo de la Biblia dice que: «En el principio creó Dios los cielos y la tierra» (Génesis 1.1). Sin embargo, cuando leemos el siguiente versículo, se nos aclara: «Y la tierra estaba desordenada y vacía, y las tinieblas estaban sobre la faz del abismo, y el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas» (Génesis 1:2). Siendo que todo era un caos, Dios puso orden a dicho desorden. Dios no toleró aquel desorden, puso inmediatamente manos a la obra y durante los siete días de la creación, se encargó de perfeccionar su obra. Hoy en día, en muchos casos podríamos decir: «La casa estaba desordenada y vacía… y continúa desordenada». Es que no existe un cuadro más desmotivador, que levantarse por las mañanas y ver juguetes regados por el suelo, el piso sucio, platos con restos de la cena en el lavadero, el espejo con huellas y la ropa sucia aún sin recoger. Aunque realmente no es necesario que sea al amanecer cuando se ve esta escena en una casa cualquiera, pues hay personas tan desordenadas que sin importar la hora del día, su casa es un verdadero caos. De manera que si queremos cultivar en nuestros hijos el valor del orden, en primer lugar nosotros los padres debemos darles un buen ejemplo en éste y otros aspectos de la vida.

Por lo tanto, le doy un consejo práctico a usted que anhela fomentar el valor del orden en su familia: Enséñeles a sus hijos con su ejemplo y con sus palabras, que en su casa debe haber un lugar para cada cosa y que cada cosa debe estar en su lugar. La ropa sucia debe estar en los baños plásticos destinados para ello, no debajo de la cama, el cepillo de dientes en su respetivo recipiente y así sucesivamente.

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