Berrinches o rabietas
Serie: Problemas de comportamiento en los niños
¿Ha visto usted a un padre o a una madre que no saben qué hacer ante el berrinche o rabieta pública que su hijo manifiesta? Lo más seguro es que todos los padres de familia nos hemos visto frente a esta situación, ya que hasta cierto punto las rabietas son normales pues muestran la evolución del niño o niña entre los dos a tres años de edad y deben ir disminuyendo hasta el punto de desaparecer entre los cinco a seis años. Lo cierto es, que los berrinches son un abierto desafío a la autoridad de los padres, que generalmente no saben cómo manejarlos. Las rabietas son una expresión de desacuerdo o de enojo en aquel niño o niña que llora, patalea, se tira al suelo e insiste a gritos pretendiendo así poder lograr su objetivo. Obviamente, los padres sabemos que si le concedemos todos los deseos al hijo o hija cuando tienen entre los 2 a los 5 años y hacen sus berrinches o rabietas, de adolescentes y jóvenes seguirán exigiendo que les compremos o les demos todo lo que quieren. El Apóstol Pablo en 1 Corintios 10:23 reconoce: «Todo me es lícito, pero no todo conviene; todo me es lícito, pero no todo edifica». Interesante las frases: «No todo conviene, no todo edifica». Un padre o una madre entonces le debe explicar a su hijo que no le da cierto permiso o no le compra cierta cosa o comida, porque no le conviene al hijo, ni mucho menos le edifica. La pregunta que los padres se hacen es: ¿Cómo le controlo cuando está haciendo berrinches? Le doy algunos consejos prácticos: Primero, no le preste demasiada atención en ese momento, ni se ponga en su nivel. Ese instante de altas cargas de emoción no es el adecuado para conversar, espere a que se calme y luego explíquele sus razones. Trate de desviar su atención con algo más, un juguete, un dulce, etc., para que se olvide de lo que está exigiendo con insistencia. Si nada de eso funciona, considere el castigo físico moderado, pero sin ira. Un par de nalgadas a veces son necesarias. Eso no significa llegar al maltrato, que es algo contrario a la voluntad de Dios. Pero recuerde que el niño que no se corrige hoy, puede convertirse en el delincuente de mañana. Corrija a sus hijos con amor y establezca límites, ya que después de Dios, su familia es prioridad.