Job y su esposa, una pareja dispareja
Serie: Parejas de la Biblia
¿Conoce usted lo que podríamos llamar parejas disparejas? En algunos casos se usa dicha frase, porque uno de los cónyuges es alto y el otro bajito, uno es guapo o guapa y el otro no tiene atractivo, uno es profesional y el otro es iletrado, etc. Sin embargo, a la luz de la Biblia la mayor disparidad que se puede dar en un matrimonio, es cuando uno busca de Dios y el otro es indiferente a Dios y a la vida espiritual. Ese era precisamente el caso de Job y su esposa. Justamente el libro de Job comienza de la siguiente manera en su primer versículo: «Hubo en tierra de Uz un varón llamado Job; y era este hombre perfecto y recto, temeroso de Dios y apartado del mal». Acá tenemos a un hombre correcto y temeroso de Dios. Un padre de diez hijos, quien oraba todos los días a favor de ellos. Un patriarca poseedor de una enorme fortuna económica y una familia grande, pero sobre todo, de una fe inconmovible. A Job le llovieron una serie de duras pruebas. Los problemas vinieron uno detrás de otro. Perdió su ganado, perdió sus empleados, sufrió la dolorosa pérdida de sus diez hijos que murieron en un mismo incidente, perdió su salud, pero no perdió su fe. Aun así, adoró a Dios y reconoció que él es quien da y quien quita. Es decir, reconoció la soberanía de Dios. Para colmo, su esposa, de quien la Biblia no nos da el nombre, al verlo sin nada y enfermo; pero todavía íntegro delante de Dios, le aconseja: «Maldice a tu Dios, y muérete» (Job 2:9). Aquella mujer estaba muy lejos de tener la fe de su esposo. En medio de su dolor, Job fue capaz de amonestar a su esposa y decirle firmemente: «Como suele hablar cualquiera de las mujeres fatuas, has hablado. ¿Qué? ¿Recibiremos de Dios el bien, y el mal no lo recibiremos? En todo esto no pecó Job con sus labios» (Job 2:10).
Interesante pregunta mis queridos lectores: ¿RECIBIREMOS DE DIOS EL BIEN, Y EL MAL NO LO RECIBIREMOS? Job supo recibir las pruebas y sacarles provecho. Al final de su vida fue doblemente bendecido con salud, bienes, hijos, nietos, etc. Recuerde que de toda mala situación, podemos obtener una buena solución, ya que después de Dios, la familia es prioridad.