Mi esposa es muy fría
Serie: Principales quejas de los esposos
Mi esposa no es romántica, es muy fría, se niega a tener relaciones frecuentes conmigo. ¿Qué puedo hacer? es la pregunta y la queja de muchos hombres casados. En realidad hay muchas causas por la que esto puede ocurrir. El romanticismo se pierde cuando se cambia la manera de tratar a la pareja. Cuando se deja de ser tierno o tierna, cuando se abandona la delicadeza y se comienza a ser grosero o grosera. Además, cuando se enfocan en otros intereses y permiten que la relación caiga en la monotonía y la rutina. Es entonces, cuando la llama del amor se va apagando. Por otro lado, es importante reconocer que el cariño solamente no basta para mantener de pié un matrimonio. Se necesitan otros elementos como la sana comunicación, tener un mismo plan o proyecto de pareja, ser compañeros, apoyarse mutuamente, etc. Si faltan muchos de estos ingredientes, no podemos esperar que nuestra pareja sea romántica. El apóstol Pedro le aconseja a los esposos en 1 Pedro 3:7 lo siguiente: «Vosotros, maridos, igualmente, vivid con ellas sabiamente, dando honor a la mujer como a vaso más frágil, y como a coherederas de la gracia de la vida, para que vuestras oraciones no tengan estorbo». Cualquier esposo o esposa sabios, se dará cuenta que deben tomar cartas en el asunto para mantener vivo el amor en su vida conyugal, pues habrán muchos distractores que intentarán impedirlo. Por otro lado, hay que darle honor a la mujer, tratarla como a reina y tratar al esposo como a un rey. Cuando tratamos mal a nuestra pareja le estamos deshonrando y también desagradamos a Dios. Por esa razón encontraremos estorbo o una interrupción en nuestra sana relación vertical con Dios, porque nuestra relación horizontal con nuestro cónyuge está enferma.
Por eso, les doy algunos consejos prácticos: Compartan tiempo juntos, dígale constantemente a su cónyuge que le ama, hágale sonreír, despídase siempre con un beso, dele un regalo sorpresa, escríbale una nota romántica, prepárele una cena o invítele a cenar, tómele de la mano, no permita que la rutina ni permita que los compromisos los separen.