El divorcio en un matrimonio mixto
Serie: Panorama bíblico del divorcio
¿Aparte de la inmoralidad sexual, hay algún otro causal bíblico para el divorcio? Primero debemos decir que los cristianos creemos en la prevención de una separación o divorcio. Por lo tanto, debemos tomar medidas preventivas y considerar las consecuencias del divorcio y un nuevo matrimonio, ya que todo divorcio conlleva dolor y un proceso difícil de superar. Uno de los pocos causales bíblicos para el divorcio, lo encontramos en 1 Corintios 7:10-16 en donde leemos: «Pero a los que están unidos en matrimonio, mando, no yo, sino el Señor: Que la mujer no se separe del marido; y si se separa, quédese sin casar, o reconcíliese con su marido; y que el marido no abandone a su mujer. Y a los demás yo digo, no el Señor: Si algún hermano tiene mujer que no sea creyente, y ella consiente en vivir con él, no la abandone. Y si una mujer tiene marido que no sea creyente, y él consiente en vivir con ella, no lo abandone. Porque el marido incrédulo es santificado en la mujer, y la mujer incrédula en el marido; pues de otra manera vuestros hijos serían inmundos, mientras que ahora son santos. Pero si el incrédulo se separa, sepárese; pues no está el hermano o la hermana sujeto a servidumbre en semejante caso, sino que a paz nos llamó Dios. Porque ¿qué sabes tú, oh mujer, si quizá habrás salvo a tu marido? ¿O qué sabes tú, oh marido, si quizá habrás salva a tu mujer?». Pablo hace una clara distinción entre las palabras del Señor y sus propias palabras, para referirse a un matrimonio mixto o compuesto por un creyente y por un no creyente. Cuando en un caso así, el no creyente toma la iniciativa de separarse especialmente por asuntos de fe, el cónyuge creyente tiene dos opciones: Separarse pero luego quedarse soltero o no volverse a casar o reconciliarse con su pareja. Se sobre entiende que esta pareja contrajo matrimonio cuando ambos eran incrédulos y posteriormente uno de ellos, rindió su vida a Jesucristo.
De modo que, si usted es creyente y está considerando casarse con un no creyente, piénselo mil veces, porque después de Dios, su familia es prioridad.