La pornografí­a, un mal moral

Serie: Desafí­os de la familia contemporánea

Familia

¿Está usted de acuerdo en que la pornografía es un mal que está destruyendo a la humanidad y dejando una escandalosa conducta inmoral por todo el mundo? Las pinturas y escritos eróticos u obscenos, es a lo que se conoce como pornografía. Sin embargo, la pornografía también se divulga por medio de la voz y de las imágenes, lo que se denomina pornofonía. Es decir, Satanás está usando la radio, la televisión, el cine, el teléfono y por supuesto, la Internet donde los sitios pornográficos abarcan el 12% y 26 de cada 100 usuarios accedan a dichos sitios; para ensuciar la mente de las personas aún en sus propios hogares, ya que hasta para anunciar una pasta dental en la televisión, se hace uso de la sensualidad por medio de los movimientos de las manos, caderas, cabeza, ojos, labios, etc. Naturalmente, también la pornografía redivulga por medio de la literatura y las revistas pornográficas que se venden por millones en todo el mundo. El patriarca Job nos indica como él evitaba mirar a una mujer de manera lujuriosa en Job 31:1 «Hice pacto con mis ojos, de no fijar mi vista en ninguna doncella». Es que Job sabía que esto era pecaminoso y eligió luchar contra esta tendencia de la carne. Cientos de años más tarde, Jesús afirmó esto al indicar en Mateo 5:28: «Pero yo os digo que cualquiera que mira a una mujer para codiciarla, ya adulteró con ella en su corazón». La Palabra de Dios, nos enseña entonces que el estímulo de las relaciones sexuales por medio de los ojos es pecaminoso.

De manera que le doy un consejo práctico: Para evitar caer en las garras de la pornografía en Internet, tenga la computadora en la sala de su casa o en un lugar visible para todos. Evite navegar en altas horas de la noche o a solas. Tenga bloqueadores de acceso a sitios pornográficos. Si usted es padre o madre de familia no puede pasar desapercibido ante esta situación. Hable con sus hijos sobre ello. Explique los principios bíblicos morales. Aconséjeles no mirar películas obscenas ni enredarse en la pornografía de la Internet. Sobre todo, ore por ellos. La oración es nuestro deber y nuestro privilegio.  Hágalo, porque después de Dios, su familia es prioridad.

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