La casa de Jehová

Serie: La iglesia como familia espiritual

Familia

¿Le gusta a usted congregar en su iglesia local? ¿Anhela que se llegue el momento de estar en la casa del Señor? Cuando uno estudia el Antiguo Testamento, se da cuenta que el templo era precisamente el centro de la vida espiritual del pueblo de Dios. David decía: «Una cosa he demandado a Jehová, ésta buscaré; que esté yo en la casa de Jehová todos los días de mi vida, para contemplar la hermosura de Jehová, y para inquirir en su templo (deleitarme en su templo)» (Salmos 27:4). Luego en Salmos 122:1 él dice. «Yo me alegré con los que me decían: A la casa de Jehová iremos». Para David ir al templo no era una rutina, era una delicia, él se regocijaba en alabar a Dios en su casa, junto con su pueblo. Para muchos ir al templo es una rutina, para otros es una delicia, la diferencia radica en la relación personal con Dios. Históricamente hablando, el primer templo o morada de Dios que era una especie de tienda de campaña, fue el tabernáculo construido por Moisés, algunos 1500 años antes de Cristo. Unos 500 años más tarde, Salomón sustituyó el tabernáculo transportable por un magnífico templo de piedra en la ciudad de Jerusalén. Durante 10 siglos, desde el reinado de Salomón hasta los tiempos de Jesucristo, el Templo de Jerusalén fue el centro de la vida espiritual para todo el pueblo judío. El Señor Jesucristo visitaba el templo de Jerusalén, reconstruido después de la destrucción, y oraba en él. Además exigió de los judíos un trato respetuoso del templo, haciendo referencia a las palabras del profeta Isaías: "Mi casa, casa de oración será llamada casa de oración para todos los pueblos," y luego expulsó del templo aquellos que se dedicaron a comercializar en el templo. (Isaías 56:7; Mateo 21:12-13; Marcos 11:16; Juan 2:13-20). Después de Pentecostés los apóstoles, siguieron el ejemplo del Salvador, también visitaban el Templo de Jerusalén para orar y predicar. (Hechos 2:46).

Por lo tanto, visite periódicamente el templo, vaya a la casa del Señor con los de su casa o con su familia, porque después de Dios, su familia es prioridad.

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