Ellas tienen una constitución fí­sica más delicada

Serie: Ellas y ellos, contrarios pero complementarios

Familia

¿Se ha dado cuenta usted que el hombre y la mujer somos muy distintos? Sin duda que sí. Las diferencias son notorias, comenzando con la parte física. Ciertamente los hombres y las mujeres somos distintos por diseño divino. Génesis 1:27 nos relata: «Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó, varón y hembra los creó». Sabemos que la imagen de Dios en el ser humano no es física, ya que Dios es espíritu y no tiene cuerpo físico. Sin embargo,  nuestro raciocinio, creatividad, poder de comunicación; así como la capacidad de amar, perdonar, ser pacientes, etc., muestran parte de dicha imagen y semejanza. Hay una enorme diferencia en la forma en que fuimos diseñados los hombres y las mujeres, en el capítulo dos de Génesis se nos dan más detalles. Cuando Dios hizo a Adán usó barro, cuando hizo a Eva, la tomó de una de las costillas de Adán. Note que el barro es más rústico, la costilla es un elemento más delicado. Dios no usó los mismos elementos ni el mismo método para crear al hombre y a la mujer, porque cada uno tiene características particulares. El primer y notorio contraste entre un hombre y una mujer, se ve en su morfología, configuración, forma o constitución física. El esqueleto de la mujer es un poco más inclinado o menos derecho, que el del hombre. La mujer es de hombros estrechos y tórax poco voluminoso. Pero en la cadera se invierten los polos y el hombre es estrecho de caderas y la mujer, amplia, debido a la función que desempeñará cuando sea madre o portadora de un hijo. ¡Definitivamente, nuestro Dios es maravilloso y previó esa situación! Otra diferencia está en los músculos del cuerpo, que en el hombre se pueden ver y delinear perfectamente, mientras que en la mujer no, pues sus formas son más bien redondeadas. No obstante, la diferencia más incuestionable, son los órganos sexuales.

Le doy un consejo práctico a usted apreciado varón: Si las mujeres son más delicadas físicamente, entonces el hombre debe de tratarlas con ternura, con delicadeza, como a reinas. A la mujer hay que tratarla con respeto, sin violencia física, verbal o emocional, con delicadeza y con amor. Tómelo en cuenta, porque después de Dios, su familia es prioridad.

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