Cuidando la salud del bebé

Serie: Cuidando la salud de la familia

Familia

Una vez terminado el embarazo y superado el difícil parto, la pregunta que surge en la mente de los padres, es: ¿Cómo cuidar al bebé recién nacido? Ese pequeño, bello y frágil ser humano necesita un cuidado especial las 24 horas del día. En 1 Pedro 2:2 el apóstol Pedro hace la comparación entre un recién nacido físicamente y un recién nacido espiritualmente, cuando dice: «Desead, como niños recién nacidos, la leche espiritual no adulterada, para que por ella crezcáis para salvación». La leche espiritual no adulterada que necesita el nuevo creyente para poder crecer sanamente, es la Palabra de Dios sin alteraciones, sin engaños, pura. De la misma manera, el recién nacido necesita leche pura. En ese sentido, el apóstol Pedro estaba pensando en los beneficios de la leche materna para el bebé. Lo primero que la alimentación con leche materna provee, es el importante contacto físico entre el recién nacido y su madre, facilitando una relación más estrecha entre ambos. Además, hay enormes ventajas entre la leche materna y la leche artificial. La lactancia materna protege al recién nacido de la adquisición de infecciones, ya que le provee de mayores defensas o factores inmunológicos. También se ha comprobado que los niños que toman leche de pecho por lo menos durante tres meses, corren menos riesgos de sufrir varios tipos de enfermedades. Por supuesto, la rápida o necesaria incorporación de la mujer al mercado laboral una vez haya dado a luz, es un obstáculo para darles leche materna a sus hijos. Sin embargo, es la primera opción en la que toda madre debiera pensar.

Para otros cuidados de su bebé, le doy algunos consejos prácticos: Mantenga el pañal debajo del cordón umbilical, para que se seque y aplique alcohol en la parte más cercana a la piel utilizando una gasa. Recuerde que su bebé no siempre llora por hambre. Debido a que salió del vientre donde poseía todo lo que necesitaba, ahora necesita el calor y el olor de mamá. No es necesario bañar al recién nacido todos los días. Tres veces por semana es suficiente. Sobre todo, como padres báñenlo con amor, porque después de Dios, su familia es prioridad.

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