Combatiendo el antivalor del odio

Serie: Combatiendo los antivalores en la familia

Familia

El odio forma parte de esa escala de antivalores que debemos erradicar en nuestras vidas y en nuestras familias. ¿No le parece? Por supuesto, el odio es más que una emoción, es una mala actitud que alimenta las enemistades y conduce a una vida de desdicha, resentimientos, amargura y deseo de venganza. Es por eso que Proverbios 10:12 afirma: «El odio despierta rencillas; pero el amor cubrirá todas las faltas». El amor es un valor que debemos cultivar en nuestras familias, el odio es un antivalor que debemos combatir. La tendencia humana es pagar mal por mal, ofensa por ofensa, odio por odio. Por eso, el odio debe ser atacado con el antídoto del amor. El odio solamente despierta rencillas, disputas, peleas, altercados, luchas, contiendas, batallas, guerras, discusiones, riñas, enemistades. No es esa la voluntad de Dios para nuestras vidas. Dios no quiere que usted viva disgustado y lleno de rencores. El anhelo de Dios es que usted goce de una buena relación vertical con él y de una buena relación horizontal con los demás, llámense familiares, amigos, compañeros de estudio o trabajo, hermanos en la fe, clientes, etc. El odio es un sentimiento negativo que nos daña a nosotros mismos, el amor en cambio es un sentimiento positivo que nos hace crecer y edifica la vida de quienes nos rodean. Lamentablemente el odio entre miembros de la familia es tan antiguo como el mismo ser humano. Fue en la primera familia humana, donde un hermano le quitó la vida a su hermano sanguíneo.

De manera que, ataque el antivalor del odio en el seno de su hogar. No se refugie en el alcohol o las drogas para ahogar sus penas, refúgiese en Dios. No albergue rencores, haga las paces con quien tenga que hacerlas. Tome la iniciativa, no espere que lleguen a pedirle perdón. Perdone a sus padres, si no fueron padres responsables. Sane su corazón y sane la relación. Perdone a sus hijos, si han sido hijos rebeldes. Perdone a su cónyuge y elimine toda raíz de amargura de su corazón.

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