Cleptomanía infantil
Serie: Problemas de comportamiento en los niños
¿Qué deben hacer los padres si descubren que su niño o niña está robando o tomando lo ajeno? Esta pregunta es muy importante, ya que si un niño o niña se inicia en la conducta del robo, lo primero que debemos investigar es qué factor provocó que cayera en este comportamiento: Un factor psicológico, el ambiente hogareño, la influencia en la escuela, en el vecindario, etc. Luego debemos tomar ciertas medidas, ya que si ese niño o niña continúa cultivando ese mal hábito, de pequeños robos, pasará a hurtos mayores. No se le debe decir que es un niño malo, ya que malo es el acto realizado, no el niño. No se debe culpar, pero tampoco se debe ignorar o pasar por alto la acción. Inicialmente los padres no se deben alarmar. El robo pudo haberlo realizado para llamar la atención, porque quizá carezca de afecto razón por lo que desafía a los padres, hasta una manifestación de desconfianza en los demás, que demanda la intervención de un psicólogo infantil. Lo importante es que el niño o niña cambie el mal hábito de la deshonradez y desarrolle el hábito de la honradez, que es la virtud que poseen aquellas personas que son correctas en su obrar, que son decentes y honestas, que se comportan con rectitud. A una persona honrada no se le puede señalar de nada indebido, aun cuando comete errores como todos, pero no de gravedad. La honradez se aprende en el hogar. La persona honrada no se queda con algo que no le pertenece. De allí que, en 1 Tesalonicenses 4:11,12 Pablo pide: «…trabajar con vuestras manos de la manera que os hemos mandado, a fin de que os conduzcáis honradamente para con los de afuera, y no tengáis necesidad de nada». Como notamos, la honradez se da como resultado de una buena conducta.
Por eso, le doy consejo puntual: Deles un buen ejemplo de honradez a sus hijos. Cultíveles este valor. Enséñeles con hechos y con palabras que todo en esta vida se puede obtener sin trampas y sin engaños. Recuérdeles que Dios premia la rectitud, por lo tanto deben vivir en comunión con él, porque después de Dios, la familia es prioridad.